domingo, 29 de diciembre de 2013

Empezó a llover y yo, como de costumbre, había salido sin paraguas. No me acuerdo muy bien en dónde estaba ni en qué lugar exacto me encontraba, pero no paraba de mirar hacia todos lados. Quizás me encuentre en «todos lados» pensé; y justo dos segundo después «espero que mis piernas me lleven hacia un lugar digno de sentarme y mojarme como Dios manda» era domingo y el reloj de mi cabeza marcaba las tres en punto de la tarde, todo se hallaba cerrado. Mi estómago crujía y mis ojos cada vez parpadeaban menos. Poco después de que la lluvia parara, los alrededores se escondieron tras la niebla. Me sentí rodeada por un vapor frágil, total y completamente entrañable. Cerré los ojos y me quedé apoyada en algún sitio. Al abrirlos, sentí la punta de la nariz fría y noté cómo mi cabeza se acomodaba levemente sobre mis manos. «¿Una biblioteca?» pensé esa vez.
¿Algún día dejarás de dormirte mientras te recito textos de Voltaire?
No conocía esa voz, pero era tan irritante que me arañaba por dentro, así que opté por no hacer ningún movimiento brusco para que esa persona no sospechara lo más mínimo.
Si sigues así, el último domingo del año te será eterno.
¿De verdad esa persona me está hablando a mí? levanté la cabeza y volví justo al momento en el que la niebla lo nublaba todo y cada vez menos. Probablemente me esté volviendo cada vez más y más loca, pero seguir era una buena opción. Me armé de valor y enderecé los hombros.
¿Te has perdido?
Una voz masculina retumbó en mis oídos a lo lejos
¿Te ocurre algo? Repitió, esta vez más cerca.
Entonces alcé la mirada y pude ver unos ojos grandes y oscuros, tan oscuros como la noche; unos ojos que ocultaban todo tipo de circunstancias.
Estoy perfectamente perdida, gracias. Contesté a la vez que se acercaba a mí.
Se quedó callado. Cuando comenzó a sonreír algo dentro de mí me incitaba a besarle. Pero no lo conocía, no sabía quién era y qué hacía allí, a tan solo pocos centímetros de mí.
No te asustes, no muerdo.
¿Podrías apartarte un poco?
Podría.
Se alejó, pero seguía estando cerca. Tan cerca que hasta podía sentir su respiración entrecortada.
Mi nombre es Demyan, nos veremos pronto.

(...)

Mis ojos se abrieron como platos después de aquél sueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario